La repatriación de una imagen religiosa luego de más de 30 años de finalizada una guerra puede ser algo muy lejano para muchos. Incluso, si la cuestión incluye a capellanes militares, posiciones encontradas, una dictadura genocida, puede ser también algo a criticar o evitar. Pero esto es Argentina, y las Malvinas, los héroes de la guerra, la identificación de sus tumbas y sobre todo las luchas por dignidad y derechos que convoca un hecho como este, lo ponen en otro registro.
Hace unos días fue devuelta en el Vaticano la Virgen de Lujan capturada por los ingleses durante la guerra. La imagen hoy recuperada llegó a las Islas Malvinas una semana después del desembarco de los soldados argentinos en 1982 y, finalizado el fuego, los ingleses se la llevaron y la entronizaron en la sede del obispado castrense británico en homenaje a las víctimas del enfrentamiento. El miércoles pasado Francisco la bendijo, entregó una réplica a los británicos y la envió de regreso a nuestro país. Llega hoy, domingo 3 de noviembre, de regreso a suelo argentino.
En este tiempo en los que hay que poner la Patria de pie, el futuro aparece incierto y combates de justicia nos esperan, vale escuchar este testimonio de Ponciano Acosta, sacerdote argentino que ha acompañado a los familiares de los soldados y conscriptos que allí quedaron. Como el chamamé que junta los cuerpos para sentir la vida de nueva cada vez, nos acercamos a los sueños, los dolores, las esperanzas, las ganas de vivir, los temores, la fuerza y el coraje de los muchos jóvenes argentinos que allá en el Atlántico Sur, mirando a esta imagen, se aferraron a la vida.
#FF – Las imágenes de Francisco rezando junto a la imagen de la Virgen de Lujan que acompañó a los soldados argentinos en Malvinas y que regresa a nuestro país luego de años de estar en manos de los ingleses, fueron muy fuertes. Vos sos sacerdote del equipo de pastoral aborigen pero esta historia te toca de cerca. ¿Quién fue Ramón Gumersindo Acosta?
PA – Fue mi primo. Formoseño y gendarme del grupo comando de los Alacranes, honrado con la medalla del Valor en Combate y héroe de la Guerra de Malvinas. No era un soldado conscripto y por eso tiene otra connotación, porque Ramón se había preparado para la guerra. Sabemos que él tuvo actitudes heroicas en el campo de batalla. Los que quedaron vivos testimonian como en un momento salvó a camaradas que habían quedado en un helicóptero que se estaba incendiando. Y después hay una carta de mi primo a su hijo desde las islas, que en muchas oficinas de gendarmería está exhibida. El padre Zini, sacerdote y chamamecero, escribió la canción “Los Ramones” que justamente habla de esto. “Tu carta es un documento que pasa de mano en mano para que broten en tus nietos tu corazón liberado”, dice el chamamé. Y el cómo cura acompañó mucho a mi tía, a la mamá de Ramón. Una vez le llevó desde Corrientes una hermosa imagen de la Virgen de Itatí. Él estuvo siempre muy cerca de toda esta cuestión justamente porque fueron muchos los correntinos que murieron en Malvinas.
#FF – Las marcas de la guerra son profundas, y el cruce entre guerra y religión tan compleja. ¿Cómo se vive esto como sacerdote?
PA – Es muy complejo y por eso no se puede tener una mirada muy parcial y que mire solo un aspecto. Yo quizás lo vivo como familiar, aún no habiéndolo conocido pero estando siempre al lado del sufrimiento de mis primas y de su madre. Vos sabes que a mi tía, 5 años antes de la guerra, la dictadura militar le mató a otro hijo joven, estudiante de secundario, en el regimiento de Formosa. Es muy fuerte su historia. Uno mira estas dos cuestiones y sentís que tenés que estar. Sobre todo animando. Cuando estuve en las reuniones de familiares sentí que lo principal iba por ahí. Tanta gente que lleva las marcas de haber perdido una parte de ellos. Por eso haber ido a las Islas en marzo fue tan intenso, porque es un reencuentro con esos restos que son parte de uno y que ahora uno sabe que allí están. Era muy fuerte como signo. Más allá de todo lo otro que uno sabe también que sucedió durante la guerra, de las injusticias e impericias, junto con la convicción de que esas tierras son nuestras.
#FF – Es duro y complejo. En Malvinas está presente también el dilema y la tragedia nacional que hemos vivido. Se cruz el amor a la Patria, la utilización de lo sagrado, las marcas del terrorismo de Estado, la búsqueda por restituir los pedazos de historias de vida y del pueblo. ¿Cómo juega ahí la religión, o la fe, tratando de unir esos pedazos?
PA – A mí cuando los familiares me pidieron que los acompañara al viaje, lo que pensé fue, mi presencia tiene que ser un signo de que Dios está ahí en medio de este dolor. Está ahí para animar. Uno cuando está en las Islas se olvida de todo, se involucra y no se da cuenta tanto, pero después cuando vi las fotos me impactó. Un curita amigo medio poeta, así como Zini, hizo un poema inspirado en las imágenes en el cementerio y realmente me sentí identificado. “Te inclinaste a darle ánimo a los que estaban despedazados por el dolor”, dice uno de los versos. Aún ahora me emociona. Si eso se lograba con la presencia de uno allí, entonces ya está. Porque quizás no jugaban tantos otros razonamientos, explicaciones… lo que valía decir era “Dios está presente y anima”. Y también para que no se repite. “Nunca jamás la guerra” decía Paulo VI en las Naciones Unidos. Debemos animar y caminar hacia la visión del profeta, un mundo de paz, unidad, justicia y bienestar.
#FF – Tanto en Malvinas como con los desaparecidos, hay algo en este animar que es también un acto de sanación. Sanar las heridas personales pero también las de la Patria. Porque es muy difícil caminar hacia la visión del profeta si esas heridas no están sanadas…
PA – Sanar sin renunciar a la justicia. Sanando de la mano de la justicia. Sino no hay sanación. Por eso también nosotros con mis primos, seguimos muy de cerca el caso de mi otro primo, Carlos. A él lo buscaron en el colegio, lo secuestraron, lo torturaron y luego dijeron que se había suicidado. Con el tiempo se comprobó lo que ya todos sabíamos, que lo habían asesinado. Gracias a Dios, el juicio avanzó y se consiguió la condena, y hoy el día de su muerte es la conmemoración del estudiante secundario en Formosa. Mucho hemos acompañado también los procesos de Memoria, Verdad y Justicia, porque es parte del camino de sanación también. Mi familia carga con esta doble herida, pero gracias a Dios esto impulsó la movilización. Porque las heridas te pueden encerrar en vos mismo, y quedar lamentándote simplemente. Sin embargo la herida para la sanación tiene que movilizarte también. El padre no pudo superar el asesinato de su primer hijo en 1977 y murió de tristeza antes de la Guerra de Malvinas. La madre, Alejandra, tuvo que cargar con las dos cruces.
#FF – ¿Ella sigue viva?
PA – No, ella ya falleció. Pero una de mis primas, la hermana de Ramón y Caito, tomó las causas de sus hermanos y se involucró en las comisiones de familiares e impulsó los juicios. Siempre movilizada en Formosa, en los actos, en los juicios y en las reuniones. Por un lado para que la memoria esté viva, pero también buscando que la justicia se sienta.
#FF – ¿Y de las Islas? ¿Qué podés contar de estar las Malvinas?
PA – Lo que siempre me toca fuerte es sentir que entre todo este sufrimiento está esa convicción: LAS ISLAS SON NUESTRAS, son parte de nuestra soberanía. Por eso la mayoría, el 99% de las familias no quieren traer los restos, sienten que allí, en Malvinas, están en su tierra. Hace poco leí un artículo italiano sobre todo esto que decía “cuando los argentinos invadieron las islas”, y me agarré una calentura. ¿Quién es este que escribe para decir que nosotros “invadimos” nuestra propia tierra? Yo soy clase 62. A mí me hubiese tocado tal vez estar en las Islas de no haber sido número bajo para la conscripción, porque fue esa clase la que más soldados aportó. Estar allí fue un sueño. La fuerza del lugar se siente, y también la hostilidad de la gente para con nosotros. No fuimos bien tratados cuando estuvimos. Es muy amargo sentirse extranjero en la propia tierra. Uno se siente mal al verse sometido a controles y no poder traerse ni una piedra. Pero desde la fe, algo que también ayuda cuando vamos, es que la Iglesia de allí siempre se suma para celebrar en conjunto. La Iglesia puede ir más allá de las fronteras y mostrar humanidad.
#FF – Francisco habla de acariciar los conflictos como forma de entrar en estos escenarios tan complejos. Pero el otro día, al recibir la imagen de la virgen que estuvo en las Islas y al rezar frente a la placa de una de las tumbas del cementerio de Darwin, se quebró. ¿Qué viste en Francisco en ese gesto tan emotivo?
PA – Pensé muchas cosas, pero creo que seguramente el hizo memoria de la Guerra, porque él debe haber sufrido y padecido como todos aquel tiempo. Se debe haber acordado de lo cruel que fueron todos esos años. También mostró su ser argentino, su argentinidad. Es la virgencita patrona de nuestro país y la que él tiene en su altar personal. Es tan humano. A veces lo endiosamos, pero tiene estos gestos que muestran que es un hombre que siente, que palpa el dolor y sufre con la gente. Las fotos que han llegado y los comentarios que he escuchado, no me sorprendieron pero si me llenaron el corazón. Me hubiese gustado estar ahí para sentir de cerca, sobre todo después de haberlo sentido tan valiente en el sínodo de la Amazonía. Fue muy fuerte lo del Sínodo. Yo vengo trabajando hace tiempo en la pastoral aborigen y ha sido muy poderoso todo lo que hemos visto y escuchado de lo que se desarrolló en el Vaticano. Hay que acompañarlo en este camino.
#FF – ¿Y cómo crees que impactará en nuestro país este signo del regreso de la imagen de la Virgen de Lujan que acompañó a los soldados en las Malvinas?
PA – Fue un lindo gesto hacer en Roma este intercambio y repatriación, nunca tan bien dicho, de la Virgen. ¿Cómo no iba a hacerse ahí con el Papa Argentino? Pero más allá de esto, hay todo un tema para pensar y repensar que es el tema de los capellanes castrense. Creo que quizás también sea un gesto hacia las Fuerzas Armadas. Francisco le dijo en el encuentro que mantuvo con ellos que la opción de la guerra nunca es una buena opción para la humanidad y que siempre debe ser prioridad defender la dignidad de las personas. Marca así una línea evangélica y pastoral clara, pensando sobre todo que venimos de una historia en la que bendecíamos armas o justificábamos la guerra.
#FF – …y la gira de la Virgencita por barrios de todo el país es quizás también una invitación a las Fuerzas Armadas a empaparse de pueblo y defender su dignidad.
PA – Si, está todo eso y también afianzar la memoria de quienes han dado la vida. Porque a veces sentimos que deben ser tenidos más en cuenta aún, y esta vuelta pueda ayudar a hacer memoria.
#FF – Hacer memoria, y como decías luchas por la justicia y la dignidad. Dos palabras que tienen mucho que ver con la causa Malvinas. Porque es un reclamo justo que debe ser impulsado desde la plena dignidad como como país. Porque con la cabeza gacha no se recupera nada. Como bien lo decías vos sobre tus primas. Siempre firmes, dignas, movilizadas y organizadas. Esa entereza es la que necesitamos como Nación. Porque en la sangre de nuestros héroes está presente un mandato a todo el pueblo argentino que es la de volver a ejercer plenamente soberanía sobre las Islas.
PA – Estando en el cementerio, cada vez que me inclinaba para contener y animar a una madre, un hermano o amigo, yo les decía al oído. “Cada uno de nuestros hermanos que allí descansan, son una semilla argentina sembrada”. Una semilla de dignidad, de Patria y también de soberanía”.