Francisco escribió su mensaje de cuaresma tomando como eje central el tema de la libertad. Invitamos fuertemente a leerlo con varios lentes diferentes (lo compartimos acá con algunos destacados: https://bit.ly/cuaresma-ff).
Es muy difícil desengancharse de lo que pasa en Argentina pero…. no es un mensaje para MIlei, aunque no deja de serlo. Tampoco es una intervención directa en la política argentina, como seguramente les gustaría pensar a muchos formadores de opinión, intérpretes políticos o voceros oficiosos. Son estos los que difícilmente se tomen el trabajo de buscar un mensaje de cuaresma del Papa, justamente porque piensan que es sólo un actor político como cualquier otro y establecen entre religión y política o entre Francisco y la realidad de nuestro país un vínculo lineal. La reflexión de trazo grueso, en última instancia, es parte de lo peor que nos pasa aún cuando tengan buenas intenciones en el análisis.
Francisco recibe a Mieli -esto no es programado- en el momento en que hace santa a una mujer libre y fuerte, santa argentina de los caminos. Habría que tomar nota del hecho de que Mamá Antula, Maria Antonia de Paz y Figueroa, provee a pobladores y dirigentes EJERCICIOS ESPIRITUALES. Desde el espacio político popular y progresista se han realizado burlas sobre los “retiros espirituales” habituales en el PRO y CAMBIEMOS. En la superficie tiene que ver con la crítica al cinismo -cierto, por cierto- de los de estas fuerzas políticas insensibles en el ajuste pero atentos a los “retiros”. Sin embargo, no es difícil atisbar que la misma idea de “espiritual” genera desprecio en políticos que dicen trabajar para los intereses del pueblo. La cosa es esta: es un tiempo donde a todos, y en particular lo que todos tenemos de políticos y a los dirigentes en particular, mal no les vendría atender y ejecutar lo espiritual.
A diferencia de muchos dirigentes, Mieli tiene una búsqueda religiosa explícita. Es más que opinable su sentido, especialmente en el punto donde se conecta de manera directa y con consecuencias políticas y geopolíticas con la práctica genocida del Estado de Israel, particularmente a la vista en estos meses con lo que está haciendo en Gaza. Pero la inquietud espiritual de Milei no le debe pasar desapercibida al Papa. En este plano, es interesante pensar en cómo la matriz religiosa del actual presidente, la cual usa para justificar la competencia descarnada, remite a los debates y pugnas al interior del antiguo y nuevo testamento. Al Mieli que habla desde del judaísmo del templo, Francisco puede hablarle de los profetas que se levantaron contra la religión instituida de los sumos sacerdotes de Jerusalén, con ese grito tan bien sintetizado en lo que dice el profeta Amos: “misericordia quiero, y no sacrificios”. También a las las luchas nacionales / nacionalistas, podemos decir forzando el concepto histórico – de los macabeos,
Frente al mesianismo del “hijo de David” de Israel -cerrado sobre un grupo, “triunfante” y donde solo se salva la gente de bien, el pueblo elegido- el cristianismo propone -y de algún modo opone- el mesianismo del hijo de Dios, Jesús de Nazaret, que comienza su prédica leyendo el libro de Isaías: “Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos” (Lc 4.18). Ese es también el trasfondo del mensaje de cuaresma con su diferenciación entre libertad idolátrica y libertad “sin atajos”.
La libertad está lejos de ser un tópico ajeno del cristianismo. Quizás la tradición y la doctrina de la Iglesia puede figurarse con la sintética y terrible frase de San Agustín “Ama, y haz lo que quieras”. La cuestión que está de por medio, sin embargo, no es tanto la mera libertad, sino que le “impone” -valga la paradoja del término- no el amor en abstracto, sino la acción -y el imperativo- de amar. Menudo criterio.
En tiempos recientes, y muy pegado a América Latina, las tensiones que provocó la teología de la liberación, provocó dos documentos sobre el tema: INSTRUCCIÓN DE LA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE LIBERTATIS CONSCIENTIA SOBRE LIBERTAD CRISTIANA Y LIBERACIÓN y LIBERTATIS NUNTIUS; INSTRUCCIÓN SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA «TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN». Ambas publicadas durante el papado de Juan Pablo II, mientras Joseph Ratzinger estaba a cargo de la Congregación para la Doctrina de la fe, nombre actual de lo que supo ser la Santa Inquisición.
Claro que la condena del cristianismo al capitalismo desenfrenado, especialmente en su faz financiera y tecnoburocratica, es tanto o más fuerte que estos elementos en la doctrina social de la Iglesia, pero señalamos estos otros puntos porque sin ellos la interpretación y los comentarios quedan fácilmente al nivel de los panelistas de televisión y los planteos auto confirmatorios.
Vale pensar también en la serie de encuentros con presidentes argentinos desde su asunción en marzo de 2013. No tanto en cada uno de ellos, en las fotos o los minutos de audiencia, sino en el modo en que cada uno de ellos se insertó en un momento determinado de su papado, del mundo y también de nuestra coyuntura nacional.
Milei llega a su encuentro en Roma pasados ya los diez años de su pontificado, desgastado por la edad y las tensiones con sus retractores intraeclesiales, en medio de la tercera guerra mundial en cuotas por él anticipada y de una Argentina en una situación social, económica y política crítica. También luego de haberlo insultado y atacado públicamente. No solo en sus redes sociales –su territorio predilecto- sino también ante la prensa internacional (la entrevista con el periodista Tucker Carlson fue uno de los videos más viralizados el año pasado en EEUU). De hecho, sus agravios y gritos contra Francisco han sido parte de su estrategia para proyectarse a él mismo y su prédica liberal libertaria más allá de lo local –objetivo que por momentos parece ser para él más importante que el éxito de su propio gobierno-.
Dicho todo esto, ¿Qué esperábamos que hiciera Francisco? ¿Qué podía hacer y para qué? ¿Cuáles son hoy sus prioridades y frentes de disputa? ¿Con que fuerza cuenta para encararlas, ya sea en Roma o en estas pampas? ¿Se concretará finalmente su viaje?
Cada uno puede responder a estas preguntas. Sin embargo, creemos que lo que vale no es solo lo que Francisco hizo y dijo ante Milei, sino más bien lo que las fuerzas sociales, los cristianos, los políticos, los diferentes actores sean y sepamos capaces de hacer con eso. El Papa es claro que hizo lo suyo y nos desconcertó. Rompió el concierto y lo “concertado”, incluso sin haber hecho gestos suficientemente fuertes ni declaraciones duras. Ya ha mostrado algo de eso con sus dichos posteriores a los insultos del ahora presidente. En Francisco, la prudencia y la misericordia van juntas como hermanas.
Quien quiera buscar interpretaciones al estilo de los medios hegemónicos, la institucionalidad eclesial, la autoconfirmación militante-lineal y el trolleo de paneles o de redes puede ir a buscarlas, y contamos con ellas, porque también aportan lo suyo. Queremos nada más señalar el límite, quizás la poca utilidad y muy probablemente lo contraproducente que es quedarse solo con eso.
En este punto nos parece importante regresar al mensaje de Cuaresma de Francisco. Nuestra hipótesis y propuesta de lectura es esta: el Papa argentino escribe para toda la Iglesia y el mundo pensando lo que pasa en su tierra y lo que siente su pueblo. Es un pensamiento situado. Pero no opera como sus voceros oficiosos y detractores pretenden. Parte de su tierra, la que ama y conoce, para proponer un mensaje al mundo y encarnado en el mundo. Es un mensaje cuyo eje siempre es espiritual y más que espiritual evangélico, y por eso tiene implicancias y consecuencias políticas. Pero no al revés. Lo que Francisco hace en el Vaticano y en el mundo vuelve a nosotros pasado por ese procedimiento -ese es quizás el factoreo de Francisco-, y el factor central para verlo y aprovecharlo. Un prisma, un espejo, una mediación, una interpelación que nos llega pasando por Roma y por la fe, que vuelve a nosotros para que la califiquemos de manera creativa y esforzada. Debemos y podemos esforzarnos para aprovechar el mensaje y que no caiga en tierra baldía.
Lo que haga y diga Francisco tiene potencia si construimos la fuerza colectiva y personal, espiritual y política, comunitaria y reflexiva, forzados a salir del consumo de información e imágenes, para captar y proponer mensajes y gestos de transformación y conversión.