El pensamiento de Francisco nos impacta localmente y se plasma para todo el mundo. En el marco de una reflexión más amplia sobre el pensamiento de Francisco y sus implicancias para la transformación social elaboramos estas “Hipótesis de transformación de Francisco”. Originalmente se encuentran en el Polo Formativo del Fin del Mundo (que invitamos a que conozcan acá https://www.poloformativodelfindelmundo.com/).
Son 12 puntos en donde se avanza en la reflexión y condensación del pensamiento de Francisco, que a su vez están acompañados por un podcast que tienen el simple objetivo de invitar a seguir conversando, y están en continuidad y en el fondo de nuestra propia conversación y encuentro en torno a estos temas.
INTRODUCCIÓN – PFFM
Recorremos las reflexiones del Polo Formativo del Fin del Mundo (PFFM) con el espíritu de proponer coordenadas y elementos que permitan alimentar la renovación y la alegría del pensamiento y la acción compartida.
En el PFFM, articulamos cuatro ejes que se cruzan en una trama: la periferia anómala como lugar y punto de partida ( tomando la nuestra, Argentina, como fuente y sitio, y a la vez como referencia para otras periferias), el pensamiento del Francisco ( universal, pero forjado también en una historia concreta, expresado hoy en una escena as amplia), las hipótesis de transformación ( que circulan, que fallan, que faltan, que vienen, que dialogan, que buscamos) y las intervenciones y espacios de acción conjunta,
uno de cuyos casos particulares es el conjunto cooperación internacional / proyectos de desarrollo, como ejemplo de lo que implica intervenir, articular, proponer y componer en nuestra escena concreta.
Las teorías del cambio social, igual que las grandes narrativas revolucionarias del siglo XX evidencian su agotamiento. Lo mismo pasa con las recetas del desarrollo ilimitado y la evolución unidimensional. El progreso tampoco ordena ya del todo el horizonte y los modos del cambio, aunque la innovación se presente como un tópico central de la sociedad contemporánea.
Las voces eruditas, las teorías, las indicaciones y políticas de los organismos internacionales aparecen apenas como balbuceos para marcar rumbos, para señalar cómo y hacia donde avanzar.
Mientras, en los espacios que se consideran progresistas – nótese la paradoja del término- aparecen e múltiples búsquedas para anclar y pensar las trasformaciones. Al tiempo que se hacen exploraciones en torno a las identidades particulares y la subjetividad, se multiplica también la fragmentación y un desencanto a veces eufórico atraviesa las narrativas y los métodos.
En todo caso, es un momento difícil pero interesante. Tiene sus propios desafíos. Entendemos que estos están ubicados muchas veces en el mismo lugar que sus bloqueos. Pero que para activarlos hace falta algún elemento que desequibre la mirada y proponga nuevas preguntas. Una provocación.
Así tomamos acá los planteos de Francisco. ofrecen claves y pistas para encarar este tiempo de recomienzo obligado. Con imágenes concretas, planteos no capturables por las lógicas binarias y también una poesía que rebalsa los discursos expertos, el Papa del sur global introduce una novedad que no quisiéramos que se desaproveche.
En los siguientes doce apartados, presentamos el resultado de una larga conversación y ensayo respecto a lo que consideramos son las hipótesis de transformación que usa y propone el Papa del sur, argentino y latinoamericano.
Lo hacemos creyendo que es necesario avanzar de la mera cita de autoridad y o de repetición de las fórmulas ya célebres de Francisco, para ensayar modos de conectar con lo que tengan de más práctica y audaz. También para interrogar sus límites y sus carencias, que por supuesto las tiene. En algunos momentos hemos optado por un tono afirmativo que puede pecar
de simplificados, lo hacemos siempre con el ánimo de interrogar y redolar la provocación.
Francisco no ofrece recetas terminadas ni claridades rápidas. Propone y provoca, llamando a involucrarse. Ahí donde incomoda o conmueve, vale la pena seguir pensando y actuando. Los 12 puntos que compartimos están pensados con este mismo tono. Y ese mismo gesto.
1. ESFERA / POLIEDRO
“El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada
punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El
modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades
que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral como la
acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí
entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias
potencialidades. Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus
errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Es la conjunción
de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia
peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca
un bien común que verdaderamente incorpora a todos.”
Evangelli Gaudium, 236.
Las figuras y la geometría cumplen un rol importante en el pensamiento de Francisco. Son parte de su pedagogía y sus modos. Al proponer imágenes alternativas, otra “geometría”, el Papa presenta y propone metáforas distintas que puedan ordenar la imagen del mundo y de lo social.
A la esfera como figura perfecta, platónica, abstracta e ideal, Francisco le opone el poliedro. La esfera es la metáfora que ordena la globalización, y más ampliamente la totalidad. Una completitud homogénea y tendencialmente sin problemas En el mismo movimiento es una figura delo cerrado, de la imposibilidad de la novedad Y en ese sentido, también es una metáfora del fin de la historia. El poliedro, irregular y en algún punto inasible, conserva las aristas, la irregularidad, la impredecibilidad de lo real.
El poliedro, si se lo mira desde otro plano, es un planteo antipuritano (pureza = perfección).
En ese sentido, el poliedro es incluso una figura que responde más a “lo real” que a la realidad. La invitación de la figura es a encontrarse con las asperezas, los conflictos, las texturas, las pasiones, las diferencias. Con el conflicto crudo y desnudo, pero también con las potencialidades y la riqueza de las diferencias e incluso de las incompatibilidades.
La esfera pertenece al campo de las figuras “perfectas”. Lo poliedro, al ámbito de lo subóptimo, lo no ideal. Esto se conecta directamente con la crítica de Francisco a la ideología. Podemos decir que hay una ideología de y en la esfera. Es cierto que señalar lo “ideológico” como algo parcial o sesgado, podrían ser cuestionables entendiendo que es imposible acceder a un lugar no ideológico. Pero de lo que se trata es de la clausura, la cerrazón de las formas.
No es posible acceder a una metáfora ni a ninguna figura que refleje o presente “directamente” lo real en su complejidad y conflictividad. Siempre hay una mediación. Y en ese sentido siempre hay ideología y figuras- geometrías- limitadas.
Pero, a la vez que propone la figura del esfero como más apropiada, más abierta que la “esfera” Francisco señala el contacto con el pueblo, Dios o el Espíritu o el amor mismos como puntos para afirmarse o apalancarse frente a los riesgos de cierre ideológico. (No es casual, categorías difíciles de ser procesadas por el paradigma tecno-burocrático que orienta la globalización-cerrazón-“esferización” del mundo, de la mirada, de la historia y de la vida).
La figura del poliedro incorpora y defiende la complejidad y singularidad propia de cada pueblo y de cada actor o sujeto. Y más concretamente de “cada uno” en cada situación, que siempre es de encuentro.
En una perspectiva más amplia, las aristas mismas, los elementos de “imperfección” e incluso de incomodidad del poliedro se conectan directamente con las posibilidades abiertas de la historia y con la irrupción siempre renovada de la capacidad de cada cual de hacer un gesto de recomienzo.
2. DIALÉCTICA / POLARIDADES
La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se
convierte así en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente
donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una
unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por un
sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en
un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las
polaridades en pugna.
Evangelii Gaudium, 228
Frente a la comprensión dialéctica de la realidad y de los procesos históricos, a la cuestión de los opuestos y de las síntesis superadoras (pero también estables y finalistas, en algún punto), Francisco propone una tensa convivencia entre polos. Se trata de “polaridades no dialécticas”.
Se puede rastrear esta matriz en el pensamiento de Romano Guardini, que propone las tensiones polares como categorías de comprensión. Esto se expresa en muchos aspectos del pensamiento de Francisco, en sus dichos y escritos, en su práctica y en su estrategia general. Se trata de un planteo práctico, con ánimo realista en el sentido de que es un modo “operativo” de ver. Un modo de operar. Orientado a la acción y la decisión.
Los cuatro principios para la construcción de un pueblo que aparecen en la Evangelii Gaudium son el ejemplo más emblemático y consolidado de esta perspectiva de polaridades. En su contenido abarcativo y en su formulación. El tiempo es superior al espacio; La unidad prevalece sobre el conflicto; La realidad es más importante que la idea; El todo es superior a las partes.
Estos cuatros pares categoriales, si bien establecen una prevalencia o jerarquía y no una mera simetría o correspondencia, apuntan sobre todo a un modo de mantener los dos polos en cuestión. Plantean una dinámica que necesita a ambos polos en relación.
Es interesante tener presente que la fuente de estos principios, pieza singular del magisterio del Papa, es un texto concreto de un momento fundante y convulsionado de la historia argentina en el siglo XIX. Una carta con recomendaciones de cómo intervenir en un conflicto que amenazaba la unidad territorial y nacional incipiente. (Se trata de una carta de Juan Manuel de Rosas a Facundo Quiroga, conocida como la Carta de la Hacienda de Figueroa). O sea que su fuente es histórica, política y situada
en un momento convulsivo y problemático de constitución y organización de una sociedad en el sur del mundo).
Esta lógica de comprensión polar, no dialéctica, es, sobre todo un modo de abordaje práctico que constituye un criterio estratégico que orienta la acción. Mantener – y aceptar- la polaridad de las tensiones como fuente dinámica es un modo de entender el liderazgo y la conducción y la construcción colectiva. Es un criterio de intervención y también la matriz
de formulación de lo que plantea Francisco a nivel doctrinal. En un punto, son criterios que entonces se salen de la cuestión abstracta o concreta, general o particular, para volverse prácticos y existenciales: vividos y para la vida.
3. PROBLEMA A RESOLVER / MISTERIO GOZOSO
El mundo es algo más que un problema a resolver, es un
misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.
Laudato Si’, 12
La irrupción del Papa del sur sucede en un momento en que el paradigma tecno-burocrático muestra sus límites y su agotamiento. Es interesante ver cómo sus críticas y propuestas se dirigen más al paradigma (técnicoinstrumental) incluso que al sistema (capitalista). No porque no critique al segundo sino porque va más allá, a lo que sostiene al sistema.
En ese sentido, es posible advertir cómo los planteos de Francisco se posicionan y pivotean sobre los distintos momentos históricos donde la modernidad se bifurcó. Se refieren -de manera implícita o explícita- a los nudos filosóficos y también existenciales donde la modernidad resultante terminó atrapada por una lógica feroz que derivó en la situación actual en
la que es hegemónicamente capitalista pero, más aún, tecno-burocrática.
Es un paradigma que hoy encuentra su límite y se expresa en el vacío de sentido, la crisis ambiental, el desenfreno del capitalismo financiero, y el descarte masivo de personas y pueblos. A nivel de estructuras y de actores, en lo individual y lo colectivo, en la política y en la economía. Y también subjetivamente, en la vida de cada cual y en los grandes procesos globales.
En la figura de Francisco de Asís, el Papa encuentra uno de esos puntos de bifurcación desde donde propone recomenzar. La fraternidad universal, la alegría y amabilidad, la belleza, la pobreza como libertad respecto a la mercancía, son rasgos del “loco de Asís” que hay que tomarlos más allá del folklore y ponerlos en clave política.
Frente a las figuras mecánicas y lisas del funcionamiento del mercado, Francisco recuerda la potencia que tiene la ineficiencia de la misericordia a la hora de pensar más allá del paradigma tecno-burocrático y su respuesta automática a cualquier “problema”. Esta mirada contiene un resto de misterio que propone un fondo no capturable por la inercia del paradigma, que se refleja en una actitud de contemplación y de gozo que habilita un encuentro diferente con el mundo, la historia y la vida.
4. ESTRUCTURA INTIMA / ACARICIAR LOS CONFLICTOS
Cuando los conflictos no se resuelven, sino que se esconden o se entierran
en el pasado, hay silencios que pueden significar volverse cómplices de
graves errores y pecados. Pero la verdadera reconciliación no escapa del
conflicto, sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del
diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente.
Fratelli Tutti, 244
¿Cómo actuar frente a los conflictos concretos de las instituciones, las relaciones entre personas y grupos, las sociedades y los intereses particulares y enfrentados? Francisco propone un abordaje que se acerque a los conflictos desde la perspectiva de su “estructura íntima” para tener desde ahí un nuevo punto de partida.
Al decir estructura íntima pone de manifiesto que, frente a la estructura evidente, la que aparece primero en cualquier confrontación o dilema, siempre es posible dar un paso más y acercarse y comprender una estructura subyacente, más profunda, que se gusta, se vive y que -también por eso el modo en que afecta- se puede resolver en otro nivel paradigmático (de la comprensión, de los actores y del vínculo entre ellos y con la cuestión implicada).
Esto supone un cercanía particular en la que juegan todos los sentidos. Una proxémica. Tiempo y presencia. Un estar. Un tiempo de estar. Una presencia corporal. Podemos decir, sobre todo, que supone y es una clínica, que no es otra cosa que inclinarse para ir sobre la singularidad más encarnada de la situación.
“Acariciar los conflictos” implica un pensamiento y unos criterios que no son abstractos. La expresión no es una metáfora (aunque también lo es). Señala gestos concretos, una cercanía real y de contacto efectivo. O sea, supone y exige el modo en que suceden las caricias: con implicación de corazón, tacto y contacto, piel y presencia, delicadeza y ternura.
Y también supone la decisión personal de entrar en un modo particular de relación y conexión. Desde ahí es necesario ver las implicaciones institucionales y colectivas de esto: cómo se plasma el “acariciar “cuando se trata de actores que van más allá de las personas individuales Pero el punto de partida siempre es vivencial y práctico. Gestual en el sentido que esto tiene de real.
Que todo conflicto colectivo, social o institucional supone a las personas en su corporalidad, espiritualidad y posibilidades- la relación de sus gestos con sus decisiones- es uno de los contenidos y criterios centrales de esta expresión. Aquí la empatía dialoga con la estrategia.
5. PASADA DE ROSCA / DESBORDE
Esto de ninguna manera significa relativizar los problemas, escapar de
ellos o dejar las cosas como están. Las verdaderas soluciones nunca se
alcanzan licuando la audacia, escondiéndose de las exigencias concretas
o buscando culpas afuera. Al contrario, la salida se encuentra por
“desborde”, trascendiendo la dialéctica que limita la visión para poder
reconocer así un don mayor que Dios está ofreciendo. De ese nuevo don
acogido con valentía y generosidad, de ese don inesperado que despierta
una nueva y mayor creatividad, manarán como de una fuente generosa
las respuestas que la dialéctica no nos dejaba ver.
Querida Amazonia, 105
El contacto con la periferia y la frontera, tanto como con los propios bordes o límites personales y colectivos (institucionales y conceptuales), ocupan un lugar central en las hipótesis de transformación de Francisco.
Aristas, trinchera, piel, puerta, periferia, conurbano, etc. Estas imágenes de lo fronterizo implican un contacto y suponen también movimiento, traslado, y presencia en el lugar. In situ. Es el locus que propone Francisco. Un lugar al que ir y, a la vez un “desde dónde” estar, vivir, experimentar, mirar y entender. También un punto de (nueva) partida: desde ahí hay que volver a partir y andar.
Lo que sucede o puede suceder ahí es una transformación por desborde. En Francisco, desborde refiere e a una superabundancia que al mismo tiempo es un trabajo, una búsqueda y también un encuentro y un don. Muy concretamente, superabundancia del espíritu y del amor. Lo que cambia en los contornos y rediseña la figura. Lo que atraviesa por fuerza y por trasfiguración lo que antes era limite, separación u obstáculo.
Siempre se trata de algo que sucede en una zona intermedia, que se ve afectada y se deja afectar por algo que viene al mismo tiempo de adentro y de afuera.
El desborde es una hipótesis y una propuesta sobre la lógica en que se saldan las discusiones, se superan y se retoman los conflictos. En el desborde se reciben como gesto compartido y superador lo que en los esquemas dialécticos se contrarresta o anula como síntesis. Al moverse y sostenerse en el tiempo, los elementos discordantes o enfrentados fermentan de algún modo, cambian en su estructura íntima -casi como un proceso químico, o incluso alquímico- y se relacionan entonces de otra manera. Por eso los cambios no suelen aparecer como ruptura, sino como asunción nueva de los conflictos en otra escena.
En ese sentido, el desborde supone la posibilidad, la consideración y sobre todo la experiencia de un más allá “interno” a la situación misma. El más allá es un lugar, pero también una posición y sobre todo un movimiento. En términos de periferias, -geográficas, sociales y existenciales- el borde es una manera de tratar el perímetro, como confín y también como lugar de
pasaje. Pararse en la frontera para generar un encuentro.
El borde separa, pero también conecta. Y tratarlo de manera diferente permite una superación: un más allá que, sin embargo, se conserva en el más acá y abarca la riqueza de las partes. Esto es lo que desconcierta del pensamiento de Francisco: no solo no es dialéctico, sino que tampoco es utópico, y tampoco alternativista.
“Pasada de rosca” y “desborde” son expresiones similares, pero en Francisco una es negativa y otra positiva. Pasarse de rosca -expresión coloquial, lunfarda a su modo, y mecánica, también- hace referencia a una velocidad y sobre todo a un ensimismamiento, una pérdida de noción de lo que pasa más allá de uno. Es un exceso en lugar de una superabundancia. La “pasada de rosca” es un movimiento de la propia idea, de uno mismo, de una parte, que termina girando en falso y arruinando “el mecanismo”.
El desborde, por otro lado, sobre todo es el resultado de una incorporación de voces y perspectivas. La voluntad de sumar elementos heterogéneos e incluso contradictorios, fuerza los límites en los cuales se desarrolla una discusión, reflexión o negociación. Las diferencias y los límites insalvables no desaparecen, sino que son incorporados por la aparición de una nueva
perspectiva. Algo así como un nuevo cuenco que contiene de otra manera los ingredientes y un fuego diferente que los caliente. En última instancia, una nueva sustancia, construida con una forma particular de la mixtura.
Pero no se trata de un diálogo “habermasiano”, ni tampoco de la mera buena voluntad de entenderse. Ni siquiera del diálogo como lo puede plantear lo mejor de la pedagogía latinoamericana. Desborde es el resultado de meterse de otro modo en el juego y en la escena. Hay que correr riesgos. Provocar el desborde por la vía del coraje y la audacia. Y “el aguante”: una forma de la persistencia, la permanencia y algo también de la tozudez.
Jugar al borde, pero adentro, adentro, pero al borde: donde lo que cambia al final, es la consistencia propia del adentro y su relación con el afuera. Este es el significado de fondo del “hacer lío”, frase temprana de Francisco y que rápida y fácilmente también se ha banalizado. Porque no se trata de simplemente llamar la atención con algo diferente, sino de hacer una
diferencia que afecte la estructura de lo que se juega.
Detrás del desborde está simplemente la idea práctica, la acción y efecto del Espíritu. La noción tiene un soporte teológico, e incluso trinitario. La dinámica del espíritu -que no por nada es “viento” y “aliento”- se manifiesta de dos maneras: con la actitud subjetiva del coraje y con el llamado objetivo de ir más allá. El resultado es una nueva escena de encuentro con la multitud y el afuera. Por eso, del mismo modo que es un trabajo, también es un don. Y tiene que ver directamente con el amor puesto en
práctica.
6. SALIDA / SINODALIDAD
La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia
los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el
mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el
paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o
renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del
camino. A veces es como el padre del hijo pródigo, que se queda con las
puertas abiertas para que, cuando regrese, pueda entrar sin dificultad.
Evangelii Gaudium, 46
Por eso la cultura del encuentro que propone Francisco no es simple o ”interna”, sino que tiene una exigencia profunda de apertura y una condición de salida.
Es un encuentro que requiere un movimiento de descentramiento y un ponerse en contacto con el exterior. Porque “ponerse en salida” es al mismo tiempo “hacer entrar”, como así también la lógica de encontrarse y generar un nuevo adentro.
Del mismo modo que supone salir de las rutas ya trazadas, implica no perderse en cualquier sendero -aunque haya que explorarlos- sino construir realmente un nuevo camino compartido.
Por eso la sinodalidad es la matriz de transformación institucional de Francisco. Una apuesta por incorporar actores y perspectivas para construir criterios compartidos que permitan reformular las hipótesis y renovar las fuerzas.
No se trata de sumar elementos o personajes a una imagen estática, sino de generar un tiempo compartido, un proceso, a través del cual se genere un intercambio virtuoso, pero sobre todo una comprensión del otro: una fraternidad basada en una misericordia recíproca.
Este tipo de procesos son eficaces, pero no se pliegan a las formas habituales de la eficiencia. La misericordia es por definición ineficiente: de ahí surge una fraternidad más eficaz. Porque asume lo real, en su dimensión subóptima.
Es una propuesta de humanidad realista y de historicidad tan cruda como transfigurada por la contemplación y el coraje.
7. PENSAMIENTO INCOMPLETO / DIÁLOGO PERSISTENTE Y CORAJUDO
El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y
los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho
más de lo que podamos darnos cuenta.
Fratelli Tutti, 198
En el punto en que la realidad es más importante que la idea, crece algo de lo real crudo que desafía cada categoría y el momento en que estas se cierran como ideología. Por eso la propuesta de Francisco invita a optar por categorías abiertas, y con ellas ir explorando la situación. Así opera y construye. Con cierto grado de provisoriedad y con un componente no
eliminable de ambigüedad (que puede molestar a algunos, desconcierta a varios y desafía a muchos).
Por esto mismo es que muchas veces Francisco se ve necesitado -y gusta de- inventar palabras. Algo típico de todos aquellos que han explorado o intentado poner en escena y en disposición para muchos una búsqueda propia, una experiencia y una intuición. Algo que se va inventando en el camino de hacer y discernir.
Esto se traduce en un estilo de pensamiento que es incompleto por estilo y por opción. Como propuesta, incluso como virtud de esas que son difíciles de sostener. Contiene cierto grado de imprecisión que puede generar ansiedades a quienes se posicionan desde otras visiones. Pero sobre todo desde otras expectativas e intereses. O urgencias.
La propuesta, exigente como una apuesta y que supone una particular disponibilidad, es esta: lo que en un principio se pierde claridad, se gana como condición nueva de posibilidades para la articulación y la acción.
El pensamiento es abierto porque está situado. Y al estar situado puede abrirse sin descomponerse. Así es que no es relativismo posmoderno. Es comprensivo y (porque) incompleto. Abierto y local. Es universal por proyección.
Es un pensamiento situado no sólo en términos epistemológicos o culturales, sino también en relación a disputas de intereses y modos de comprender la felicidad concreta de cada pueblo y, muy especialmente, por una posición y disposición particular frente al sufrimiento y al dolor.
Esta apertura, para que no sea mera diplomacia o no derive en los rituales de la cortesía o los ademanes de la beneficencia complaciente, demanda un diálogo “persistente y corajudo”. Persistente, para que no se interrumpa ante el primer atisbo de conflicto. Corajudo para que no quede capturado por el mito de la “acción comunicativa” y la resolución racional de los
conflictos de intereses.
Es un modo de pensamiento vinculado a la pasión: se padece, requiere paciencia, supone apasionamiento.
Entonces, el pensamiento incompleto se conecta como una rueda tanto con el carácter y la textura del diálogo, con los rumbos de acción compartida que se ensayan y, al final, con una comprensión distinta de lo colectivo común: la comunidad.
8. DISCERNIMIENTO / DOCTRINA / DISCIPLINA
Nunca se encierra, nunca se repliega en sus seguridades, nunca opta por
la rigidez autodefensiva. Sabe que él mismo tiene que crecer en la
comprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderos del
Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de
mancharse con el barro del camino.
Evangelii Gaudium, 45
La doctrina podría aparecer a primera vista como el campo propio del pensamiento de un Papa, y el nivel en que se expresan sus ideas sobre las transformaciones.
Pero las hipótesis de transformación de Francisco engarzan en su énfasis en el discernimiento, y se traducen en una disciplina de acción. Por eso impacta en una comprensión particular de la doctrina.
La fuerza de los gestos, el acto de la presencia, la valentía del contacto -tocar las heridas, que están conectadas con las estructuras íntimas- y el ejercicio del diálogo de algún modo maduran en una escena distinta donde lo imposible se hace inevitable. La doctrina, de alguna manera contornea o indica lo posible y lo permitido, pero el discernimiento y la
disciplina transforman estas coordenadas, y de algún modo a la misma doctrina.
Del mismo modo que se cambia la forma de la esfera por la del poliedro, en cada escena concreta las aristas adquieren otro carácter. Esto no es un pase de magia ni un voluntarismo, sino que es una disciplina y un criterio respecto sobre cómo avanzar. Y esperar.
Otra vez: requiere pasión, en su triple acepción. De paciencia, de padecimiento y de apasionamiento. Requiere dejarse afectar.
El discernimiento es muy propio de la espiritualidad jesuita. Conlleva un emplazamiento fuerte en la situación y en cada caso. No es una aplicación directa, sino una consideración de la singularidad que interroga las normas generales y las ideas abstractas. Empieza el pensamiento en una situación, en un espacio, y además de eso se toma su propio tiempo. Aplica en y al presente. Responde a lo que se presenta, y a la vez no se deja llevar por la velocidad de lo que con su propia fuerza o con su inercia particular pide inmediatez o velocidad. Tiene su ritmo propio. Es un rumiante urgido pero pausado. Toma una distancia para poder estar realmente.
Así como está emplazado y “entiempado”, conecta de manera especial con la interioridad. Con un plano que tiene que ver con la oración y la espiritualidad, y también con la responsabilidad personal. Conecta adentro y afuera.
Entonces, cuestiona, pero a la vez “plenifica” el plano doctrinal, y al mismo tiempo se plasma en disciplina: en tarea y acción. Transformar porque sostiene una decisión.
9. SALIDA / PERIFERIAS / ENCUENTRO
La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que
primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.
Evangelii Gaudium, 24
El movimiento básico que propone Francisco es “ponerse en salida”. Junto con eso hay una referencia directa a las periferias.
La cultura del encuentro es un marco que engloba a ambas.
La salida, la “puesta” en salida, es un movimiento pastoral y misionero pero a la vez es un modo de eclesiología. Una dinámica de construcción de lo colectivo y de lo institucional.
Las periferias, por otro lado, se marcan en plural y con tres dimensiones: periferias geográficas, sociales y existenciales. O sea: lugares, pobrezas y exclusiones, y biografías y vidas personales y colectivas.
La cultura del encuentro es entonces una cultura de contacto y de aprendizaje, que resulta sobre todo del gesto de salir a las periferias. Por eso si bien hace referencia a la armonía contiene una exigencia sobre y desde la incomodidad y el conflicto. Porque no es un encuentro sin costo -aunque sea gratuito- sino un encuentro orientado en una dirección y condicionado en el sentido de que implica una distancia con el lugar inicial, con los marcos de lo institucional y de la seguridad.
Definir de dónde es necesario salir, orientarse a las periferias y generar y vivir un tipo de encuentro que se deriva de esto, es un “combo” que resignifica estos tres tópicos. No se trata de ir sin salir, no se trata de ir a cualquier parte y no se trata de encontrarse con los previsibles-iguales.
10. TRANSFORMACIONES NO UTÓPICAS
Esta economía no es sólo deseable y necesaria sino también es posible.
No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente
realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del
trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación, son
más que suficientes para el desarrollo integral de «todos los hombres y de
todo el hombre»
II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, BOLIVIA
Las hipótesis de transformación de Francisco no se relacionan con la utopía. Más allá de lo que nos pueda parecer a primera vista, su lógica no o plantea “otro mundo posible”. Si las confrontamos o comparamos con las propuestas del altermundialismo – que es la mirada que nos lleva a interpretar en esa clave su pensamiento vamos a encontrar cosas en común pero también debemos reconocer diferencias fuertes.
Francisco no es alternativista. No propone reformas que se puedan definir raídamente o en sentido habitual como radicales, progresistas o totales. Para muchos puede parecer tibio. O incluso conservador.
No conviene ni es fecundo pensar al Papa argentino en la clásica oposición izquierda-derecha ni tampoco en la de progresista-conservador, habitual en los análisis de posiciones teológicas o pastorales. Los ejes que ordenan su pensamiento no son esos. Por tres motivos: porque esos pares de oposición no se corresponden comopolaridades, sino que se excluyen, por un lado. Por otro, porque en todo caso el pensamiento del Papa está más ordenado por el eje “arriba-abajo” y no tanto por el de izquierda-derecha. Y finalmente por el hecho empírico de que él no piensa, o expresa ni propone esas categorías.
Regresando al tema no-utópico: son transformaciones que prefieren ser concretas a ser totales o totalmente “otras”. Por eso no están “en otro lugar”, sino que se encarnan acá. Son ya y no después. No más allá: ni en el espacio ni en el tiempo. Contienen una propuesta que altera, pero no son alternativas absolutas que se le presentan a los sujetos como una propuesta totalmente diferente a la realidad que se vive.
Opta por lo real y lo posible, sin posibilismo, pero a la vez con la premura -corporal, en la temporalidad del sufrimiento humano- de concretar. Por eso tienen más fuertemente la impronta del gesto y la iniciativa que la del proyecto alternativo. Y cuenta mucho más con la concreción de la acción con todos sus límites o errores o insuficiencias, que con los proyectos “alternos”, perfectos o radicales.
En esta misma línea, y justamente por esto, es un pensamiento cuyas hipótesis de transformación son mucho más políticas que ideológicas.
11. SAMARITANÍA POLÍTICA: EL GESTO DE RECOMENZAR
Es posible comenzar de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y
local, hasta el último rincón de la patria y del mundo, con el mismo
cuidado que el viajero de Samaría tuvo por cada llaga del herido.
Fratelli Tutti, 78
En Fratelli Tutti, Francisco ofrece una mirada completa y abarcativa de la situación actual y de sus límites. Ahí se puede ver un panorama de cómo ve las situaciones y que propone como factor central. La hermandad en su dimensión universal, la fraternidad y la amistad social.
Del mismo modo que ese es el panorama, y esos son los vectores, Fratelli Tutti contiene un aporte más para entender sus hipótesis de transformación. En el corazón de ese escrito, la parábola del buen samaritano trae mucho del paradigma y de la “unidad básica”, el módulo fundamental que Francisco propone para transformar.
La parábola está inserta en la encíclica de tal modo que se puede ver cómo engarza en una mirada más general, y por otro lado está explicada y desglosada, interpretada y puesta “en pedagogía” para ser asumida prácticamente.
El samaritano es el que hace el gesto concreto, saliéndose del camino, e inclinándose sobre el caído y, con fuerza, levantando. Los demás actores son propuestos también como figuras. No es menor el hecho de que los que saben (de religión o de leyes) de algún modo fracasan (“pasan de largo”) en la historia. Y tampoco es menor que se señale en la encíclica que todos somos, un poco, todos los personajes (incluyendo también a la víctima y a los ladrones). Acá tenemos una idea de cómo comprende
Francisco quién es o quién puede ser el sujeto de la transformación: todos tenemos un poco de cada personaje, y todos podemos asumir el rol de “samaritanos” también.
El gesto es central. Constituye una práctica, tiene consecuencias y genera un nuevo encuentro. Un recomienzo. El gesto es recomienzo, más allá de los sistemas de ideas, de las leyes, de la religión misma, y más allá del camino emprendido inicialmente.
La “samaritanía” es un nombre de la práctica personal, intima, responsable, y también es una forma de la política. La dimensión y dinámica de samaritanía política es lo que constituye el corazón de la política que se propone. Por eso en la encíclica se conectan directamente el capitulo que habla de “un corazón abierto” con el de “la mejor política”.
Y así -esto es central-en Francisco- es posible recomenzar. Abriendo, con el gesto y encuentro, otro tiempo. Acá mismo. Ahora. Articulando lo personal y lo colectivo.
12. PUEBLO
«Hay un pensador que usted debería leer: Rodolfo Kusch, un alemán que
vivía en el noroeste de Argentina, un excelente filósofo y antropólogo. Hizo
comprender una cosa: que la palabra ‘pueblo’ no es una palabra lógica.
Es una palabra mítica. No se puede hablar de pueblo de manera lógica,
porque sería hacer únicamente una descripción. Para comprender a un
pueblo, comprender cuáles son los valores de ese pueblo, es necesario
entrar en el espíritu, en el corazón, en el trabajo, en la historia y en el mito
de su tradición. Este punto está verdaderamente en la base de la teología
denominada ‘del pueblo’. Quiere decir ir con el pueblo, ver cómo se
expresa. Esta distinción es importante. El pueblo no es una categoría
lógica, es una categoría mítica».
Francisco en «Politique et societé», 2017
Gunter Rodolfo Kusch, antropólogo argentino de origen alemán que Francisco referencia permanentemente, señala que todo pensamiento “necesita de una constante”.
Esa constante en el pensamiento de Francisco es la categoría de pueblo. Y el pueblo mismo.
El pueblo, la referencia a “pueblo” es la garantía de que la transformación no está atada al vértigo “líquido” de la modernidad pasada de rosca o a ideas de innovación vacías o impuestas. Al mismo tiempo es lo que permite fluir por un cauce, con su propia dinámica y caudal, con su corriente y su fuerza. Y también desbordar.
En sus documentos y alocuciones, el Papa menciona alternativamente al “santo pueblo fiel de Dios”, al pueblo fiel, a los pobres, al pueblo a secas y a los pueblos. Todas esas denominaciones se constelan entre sí, con grados de redundancia y ambigüedad, de enganche y concatenación que, justamente, fluyen en el pensamiento y las propuestas de Francisco.
Los bordes que parecen difusos en la terminología, son las zonas posibles del desborde -podríamos decir también de la articulación- en la práctica. Es una ambigüedad al mismo tiempo inevitable y buscada. De matriz de
origen y de estrategia.
En la práctica: que es en el pastoreo, si con pastoreo denominamos no solamente la acción propiamente pastoral en sentido religioso sino también los modos de responsabilidad en la inserción en y con el pueblo, con lo colectivo o las instituciones (por caso, la Iglesia) pero también cualquier otra institución que conlleve o medie una responsabilidad de conducción.
Dos maneras de acercarse a esto: una, entender que, en Francisco, “pueblo” es “más importante” -sobredetermina- a “liberación”. Es una posibilidad que, si se piensa, abre interrogantes y posibilidades, dinámicas y horizontes, y por lo tanto condicionantes diferentes, sobre qué es efectivamente “liberación. Esto no es impedido, sino justamente sostenido que, como se ve a primera vista, lo que pueda designar cada uno de los términos de ese carácter diferente. La otra forma de incorporar esta tensión es esta, que encaja de manera más directa con los planteos del Papa: la prioridad y centralidad del pueblo indica sobre todo que cualquier proceso (liberación, transformación, proyecto, emancipación, etc.), deberá ser ser “no-sin-el-pueblo”. O puesto al derecho: “sin el pueblo, no”.
Y va más allá. Francisco afirma una y otra vez que “pueblo no es una categoría lógica sino una categoría mítica”. Esto no se refiere linealmente a que el pueblo sea un mito, sino que siendo el pueblo algo muy concreto, relacional, corporal y situado, la categoría funciona con una lógica otra, que justamente no es lógica sino “mítica”. O sea, que tiene una capacidad de
recoger y animar, de plantear figuras y criterios, que trascienden, desbordan la mera “lógica” (técnica, del poder, organizativa, significancia y aun social, política o incluso eclesial).
La comprensión de “pueblo” como realidad y como categoría, como lugar y como mito, le viene a Francisco de su experiencia formativa, existencial, histórica, pastoral, cultural y política. En particular, de los modos en que en América Latina, pero muy especial y singularmente en Argentina, se experimenta la vida popular y el pueblo como actor. El peso de la idea de
pueblo en la historia, la sociedad y la política argentina son la contrapartida y la base también de lo que la teología del pueblo recoge en forma de reflexión y categoría.
Por eso también, las múltiples aclaraciones, señalamientos, incluso debates en que Francisco interviene para diferenciar la noción europea de “populismo” de la experiencia social, cultural, política y también religiosa que constituye el pueblo en Argentina. La secuencia política y la experiencia histórica que en Argentina se llama peronismo es indisociable de lo que Francisco propone. No porque necesariamente Francisco sea “peronista”, porque no se trata de eso, pero sí porque, como venimos señalando, estamos ante un pensamiento situado tanto temporal, como geográfica y socialmente. Tiene raíces vívidas y vivaces; existenciales.
A ese pensamiento con raíces que está en Francisco, hay que comprenderlo desde esta carnadura, y se enriquece al acercarnos a la realidad histórica existencial de su tierra de origen.
Por eso mismo la mejor manera de entender las hipótesis de transformación del Papa es confrontarlas con la propia experiencia
personal y colectiva, de personas, países, instituciones y proyectos. Y ahí, arraigados y en movimiento, en la misma pasión de transformar, activar e interrogar nuestras hipótesis, pensar andando.